Los fluidos a base de glicol se utilizan comúnmente en sistemas de refrigeración y calefacción de circuito cerrado debido a sus excelentes propiedades de transferencia térmica y su capacidad para prevenir la congelación en entornos de baja temperatura. Sin embargo, el uso de glicol sin inhibir (sin tratar, crudo) presenta desafíos significativos que pueden comprometer la eficiencia, longevidad y seguridad del sistema.